Ángel Cárceles
Sólo 26 de los 88 países que participan en los Juegos Olímpicos de Sochi han sumado medallas en alguno de los 98 eventos que se disputan, en el momento de hacer este artículo. Entre ellos, lamentablemente no está España, pese a que, al menos, había esperanzas en cuatro disciplinas, como el esquí, el halfpipe, patinaje artístico o el snowboard cross. Y, tras mucho leer estos días sobre sí se puede hablar de fracaso o decepción, o si somos un país de verano y no de invierno, es cuestión de hacer balance.
España ha participado en 19 de las 22 ediciones de los Juegos Olímpicos de Invierno y sólo ha sumado dos medallas, ambas en esquí y ambas en eslàlom. Las de los hermanos Fernández Ochoa. El malogrado Paquito, que fue Oro –nuestro único campeón- en 1972 en Sapporo. Y la de Blanca, que fue bronce en 1992 en Albertville. Tras ellos, ha habido intentos fallidos por volver a subir al podio, como el de María José Rienda, o éste último de Carolina Ruiz. La Real Federación Española de Deportes de Invierno, que preside Eduardo Roldán, ha visto cómo en estos últimos años ha perdido algunas de las disciplinas que englobaba. Y así, desde hace 7 años, funciona la Federación Española de Deportes de Hielo, que preside Maria Teresa Samaranch y que aúna al Hockey, el Patinaje, el Curling, el Bobsleigh, el Skeleton y el Luge, separándose así de los Deportes de Nieve, como el Esquí –alpino, nórdico y libre-, el Snowbard, los Saltos y el Biathlón.
Estos días, uno ha podido descubrir, teniendo como comentaristas en Teledeporte a Bernat Solà o a Ángel Joaniquet, que fueron olímpicos y estuvieron en Sarajevo’84 -el segundo- y también Calgary’88 -el primero-, que tuvimos un equipo de Saltos y que hay trampolines en España. Sin embargo, aquella aventura se quebró. Había, al parecer, una gran cantera de jóvenes saltadores en ciernes, pero se decidió optar por el esquí y destinar los recursos a un deporte que había dado la única medalla a España. La apuesta dio sus frutos, porque Blanca fue medalla cuatro años después. Sin embargo, ahí se acabaron los éxitos y la posibilidad de haber tenido, quien sabe, a una española saltando en Sochi.
Y uno se pregunta. ¿Por qué sólo dos medallas cuando en los Juegos de Verano tenemos 130 en 23 ediciones? Y ahí es cuando la respuesta se aclara: Por el planteamiento. El ejemplo más voraz lo hemos tenido en estos Juegos de Sochi con Holanda. Nadie podrá negar que, como en España, si un deporte es conocido en ese país es el Fútbol –el Ajax, Cruyff y la Naranja Mecánica del 74-. Sin embargo, más allá del fútbol, los holandeses también destacan en hockey hierba, en hípica y en judo, dónde siempre pillan cacho en los Juegos de Verano, además de tener un gran equipo paralímpico de baloncesto. Y llega el invierno, y dan sopas con hondas a Estados Unidos y Canadà en Patinaje de Velocidad en los Juegos Olímpicos. En Sochi han tenido su punto álgido, con 22 medallas, todas en patinaje de velocidad, incluyendo 4 tripletes, tres de chicos y uno de chicas. Esas medallas hay que sumarlas a las 86 que ya tenían de Juegos de Invierno anteriores. Suman más de 100 y no será por tradición, pero sí por creencia y dar medios y recursos a ese potencial que destilan, aunque sea en una sola disciplina.
Lo que pocos sepan es que algunos de esos patinadores estuvieron preparándose en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, que conoce muy bien Mauritz Hendricks, el que fue seleccionador español masculino de hockey hierba y llevó al equipo a la plata olímpica en Pekín 2008, y que ahora es algo así como el Director General de Deportes holandés.
Me cuentan que en Holanda se aprende a patinar antes que a andar, pero, exageraciones al margen, lo cierto es que sí disponen en cada barrio de una pista cubierta en la que practicar. Y, cuando llegan a un cierto nivel, de un óvalo de alta competición en Herenveen que está considerado como la catedral.
Y, ahí es dónde quiero ir a parar. Hace 4 años, en Vancouver, Maria Teresa Samaranch, solicitó a la Federación Internacional de Patinaje, la ISU, una pista para España. Esa pista, el Artic, se encuentra en la población navarra de Huarte. Allí hay una generación de patinadores de velocidad en pista corta, a los que ya hemos visto asomar la cabeza en Europeos y en Mundiales, que no han llegado a tiempo para estos Juegos de Sochi, pero que tiene cuatro años por delante para poder ser olímpicos en PyeongChang y, quien sabe, si aspirar a algo más que participar.
¿Quién nos iba a decir que tendríamos un olímpico en Skeleton hace 10 años? Y, en cambio, ahí tenemos al autodidacta Ander Mirambell y a unos asturianos que practican Bobsleigh, Javier Pintado y Pedro Díaz, que no han podido llegar para Sochi pero sueñan con repetir la experiencia olímpica que tuvo el Marqués de Portago en 1956. La medalla se le escapó a Javier Fernández. El madrileño, campeón de Europa, fue cuarto. Él, como la madrileña Sara Hurtado y el catalán Adrià Díaz, se han afincado en Estados Unidos y Canadá para entrenar.
Eso cuesta dinero, pero, al menos, el resultado de la mejora es evidente. El deporte necesita medios y éstos no se obtienen sin recursos económicos. Es una realidad palpable y manifiesta que nuestros deportistas deben salir fuera a entrenar porque en nuestro país no disponen de ellos –no hay pistas de bobsleigh, luge y skeleton, por ejemplo-.
Tenemos fondistas, biathletas, esquiadores, snowboarders, patinadores… Es cuestión de elegir y jugársela. Y si debe ser con el curling –que es un deporte que engancha, como lo demuestra el hecho de haber tenido una gran aceptación televisiva por parte de la audiencia-, ¡pues adelante! Sólo así la apuesta quizá pueda salir bien y, tal vez, dentro de cuatro, ocho o doce años podamos ver a un deportista español en el podio, con suerte, en lo más alto de él, escuchando el himno nacional mientras se alza la bandera de España. ¡Ah! Y no es cuestión de edad, porque ahí tenemos al japonés Noriaki Kasai, que con 41 años, ha logrado dos medallas de plata en saltos para Japón.
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