Ídolos

Natalia Freire @ladeporteca

Puede que mucha gente considere que el Ajedrez no es un deporte y es posible que tengan razón porque este juego milenario también puede ser considerado una ciencia e incluso un arte.

En cualquier caso, me gusta considerarlo como deporte no sólo porque se celebran torneos y campeonatos sino porque su práctica se aborda como si fuera un deporte: entrenamientos (incluyendo preparación física), tácticas y estrategias. Pero también hay emoción, camaradería, respeto por el rival e incluso se acuerdan empates (tablas).

Y, hablando de Ajedrez. Una de mis películas favoritas es En Busca de Bobby Fischer, (1993) protagonizada por Max Pomeranc, Joe Mantegna, Laurence Fishburne y el gran Ben Kingsley. El guión y la dirección son de Steven Zaillian. Por si no os suena el nombre del director, os diré que también es autor de grandes guiones de la historia del cine entre los se encuentran Gangs of New York y La lista de Schindler con el que ganó el Óscar también en 1993.

Steven Zaillian adaptó la Novela de Fred Waitzkin, un periodista deportivo que narró la historia de su hijo, Josh Waitzkin, un niño prodigio del Ajedrez que tenía como ídolo al célebre y controvertido Bobby Fischer.

Bobby Fischer también fue un niño prodigio o, mejor dicho, un adolescente prodigio, porque hasta los trece años no empezó a demostrar su talento inigualable. En cambio, no hay que irse muy lejos para encontrar a un niño que, desde muy temprana edad, sí manifestó una capacidad innata para el Ajedrez. Os estoy hablando del español Arturito Pomar.

Arturo Pomar Salamanca nació un 1 de Septiembre de 1931, en Palma de Mallorca. Cuentan que sus inicios en el ajedrez se asemejan a los de otros niños prodigio porque aprendió viendo jugar a su padre y a su abuelo. Con tan sólo 3 años le pedía a sus familiares que le enseñaran a jugar. Pero claro, ninguno de ellos le hacía mucho caso con esa edad. Sin embargo descubrieron que lo intentaba a los cinco y su padre terminó por enseñarle el movimiento de las piezas. Con siete años ya derrotaba a su abuelo y a su padre. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que tenían un talento en casa.

Con 8 años ya era capaz de jugar sin ver el tablero ni las piezas. A los 11 años comenzó a disputar torneos de cierto nivel como el Campeonato de Baleares en el que se proclamó subcampeón y con doce disputó su primer Campeonato de España. No ganó pero los medios de comunicación ya empezaron a hablar de un niño prodigio que jugaba al ajedrez.

En 1944, en el Torneo Internacional de Gijón, hizo tablas con el entonces Campeón del Mundo, el ruso Alexander A. Alekhine. Aquello le convirtió en una celebridad puesto que todo un Campeón del Mundo y, encima ruso, no había podido con un niño de trece años.

Por cierto que, Arturito Pomar le pidió a Alexander Alekhine, no se sabe muy bien si por hacerle la pelota o porque realmente lo necesitaba, que le diese unas clases, sobre todo de táctica. Arturito poseía un talento especial, una intuición innata que le permitía ganar de forma natural, pero no dominaba la técnica de las combinaciones. En cualquier caso, las clases le vinieron bien porque en 1946, con tan solo 14 años, se proclamó Campeón de España Absoluto convirtiéndose en el campeón más joven de la historia.

Durante su carrera logró otros seis títulos nacionales, siendo, junto a Medina e Illescas, uno de los jugadores que más veces ha obtenido este campeonato a pesar de que nunca tuvo entrenador. Salvo aquellas clases que le dio Alekhine, nadie le corrigió ni ayudó a progresar y, aún así, seguía ganando.

Eran tiempos de pobreza y, en plena posguerra, la población ansiaba un ídolo en el que fijarse. Su imagen, siempre al lado de un tablero, se hizo familiar para los espectadores del NO-DO. Fue utilizada por la propaganda franquista para proclamar las bondades del régimen y trató de mostrarlo al mundo entero como el prototipo de español.

Los títulos comenzaron a llegar y su fama a trascender más allá de nuestras fronteras. Por eso fue invitado a disputar numerosos torneos internacionales y estuvo más de dos años de gira por América visitando casi todos los países del continente incluyendo Canadá y Estados Unidos. Precisamente en Estados Unidos, viendo su potencial, le ofrecieron la nacionalidad. Pero él no quería. Sólo quería competir por su país.

No sé si se arrepintió más tarde de rechazar esa nacionalización porque después de la gira americana tuvo que buscar un trabajo con el que dar sustento a su familia. Ya no era un niño y al régimen franquista ya no le hacía tanta gracia tener a un español adulto confraternizando con jugadores soviéticos o de los países del Este, que eran los dominadores del ajedrez de la época. Así que, como cada vez le ponían más impedimentos para salir de España a disputar torneos, comenzó a trabajar en Correos.

Arturo Pomar continuó obteniendo triunfos en España hasta que en 1960 se organizó un torneo zonal en Madrid. Arturito consiguió una de las plazas para disputar el Interzonal de Estocolmo (la antesala del torneo de candidatos a Campeón del Mundo).

Tuvo que costearse su estancia en Estocolmo y fue el único jugador que acudió sin ayudante ni entrenador. Pasaba las noches en vela analizando las partidas mientras que el resto de jugadores, apoyados por sus federaciones, tenían equipos de analistas que lo hacían por ellos. Este estudio sin descanso fue un lastre para él.

Pomar se enfrentó solo a jugadores de la talla de Geller, Petrosian, Korchnoi, Benko o Portisch y también al mítico Bobby Fischer que en un momento dado le dijo: "Pobre cartero español, con lo bien que juegas, tendrás que volver a poner sellos cuando acabe el torneo".

Fischer ganó ese torneo brillantemente pero yo creo que le dijo eso a Arturo Pomar para acabar con su moral porque esa partida entre ambos terminó en tablas. 

A pesar de las dificultades, Arturo Pomar terminó 11º de 23; un resultado excelente para un cartero.

En 1962 recibió el título de Gran Maestro, algo muy meritorio debido a las dificultades que tenía Pomar para participar en torneos internacionales.

Tras Estocolmo vinieron tiempos en los que le era complicado estudiar teoría y mejorar su repertorio de aperturas. Esto le fue cansando y disminuyó su interés por el ajedrez.

En 1992 disputó su último torneo individual. Durante los últimos años de su carrera se dedicó a disputar competiciones por equipos como el Campeonato de Cataluña o el de España. Ahora vive en su casa de Sant Cugat (Barcelona) alejado del ajedrez.

Sobre el joven Arturito hay un libro escrito en 1946 por Juan Manuel Fuentes y Julio Ganzo titulado La vida de Arturito Pomar. Pero él también escribió unos cuantos libros sobre ajedrez:

Mis 50 partidas con maestros, 1945. Temas de ajedrez, 1956. Las pequeñas ventajas en el final, 1958 y El arte de ver la ventaja, 1968.

El gran maestro soviético Aleksandr Kótov, comentó de él en una ocasión que si hubiera nacido en la Unión Soviética hubiera sido Campeón del Mundo. Eso nunca lo sabremos porque jamás pudo disputar un Campeonato del Mundo. Pero es injusto que, después de tantos éxitos, su nombre no sea conocido y reconocido como una Leyenda del Deporte Español.

 

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